lunes, 12 de marzo de 2012

ORDEN DEL TOISÓN II. EL MOTIVO REAL DE SU CREACIÓN

CAPÍTULO SEGUNDO: LA CAUSA CIERTA DE SU ORIGEN

El ideal caballeresco, tan vigente, tan vivido, e incluso tan leído durante el fin de la etapa medieval es aún hoy un motor válido para la sociedad vigente. El ideal caballeresco propugna la existencia de unos valores superiores a los que se proponen en la actualidad. Valores como el trabajo bien realizado, la ayuda a los más desfavorecidos, el cumplimiento de los deberes que exige nuestra religión... son tan útiles para el resto de la comunidad que, de no existir, habría que inventarlos.
El origen de la orden del Toisón aparenta, se arropa, se envuelve en el papel de celofán que suponen esos valores superiores, pero la realidad de su nacimiento es mucho más prosaica.
Como muy bien sabe, improbable lector, la amigable compañía nació en el ducado de Borgoña. El ducado de Borgoña era una entidad política sometida al vasallaje del rey de Francia, pero en la práctica un Estado absolutamente independiente. Su soberano administraba justicia, dictaba leyes y actuaba en el plano internacional como tal nación que era.

El fundador de la orden fue el duque soberano de Borgoña llamado Felipe III, el bueno.
Sus armas fueron estas:
Aunque, como se explicaba, el alumbramiento del Toisón nacía arropado bajo el manto de los grandes principios caballerescos, la realidad era mucho más prosaica. El ducado soberano de Borgoña, situado en lo que hoy son el norte de Francia y el reino de Bélgica, basaba su economía en la elaboración y manufactura de la lana. Lana que se obtenía del ganado ovino y que, para conseguir las telas más caras, se mezclaba con la seda venida de oriente.
A pesar de considerar hoy la Edad Media como una etapa oscura, rural, sin comercio, la realidad era muy otra. Así, el intercambio de bienes con oriente era habitual. Caro, pero efectivamente existente.

Pero el comercio, en esa etapa de principios del siglo XV, se veía amenazado por el emergente poder turco-otomano. Poder islámico que amenazaba no solo las rutas comerciales, sino incluso la propia existencia de Europa como tal. Recuerde, improbable lector, que veintitrés años después de ser fundado el Toisón, Constantinopla caía bajo la supremacía musulmana.
Felipe III, el bueno, un monarca ya a caballo entre las edades Media y Moderna veía preocupado, en consecuencia, amenazada por la intransigencia musulmana de los turcos, una ruta comercial que necesitaba para beneficio de la economía de su ducado borgoñón.
Y ese, y no otro, es el origen de la orden. El duque decidió fundar una cofradía, de la que sería jefe, en la que se admitiría únicamente a cristianos; varones, qué otra cosa se podía esperar entonces; únicamente soberanos o nobles de vastísima fortuna, que pudieran poseer ejércitos. Una reunión de jefes de Estado de la OTAN lo llamaríamos hoy.
Propósito manifestado de esa hermandad: rescatar del poder de los infieles musulmanes las tierras por las que, en vida terrenal, había transitado Jesús, es decir, la convocatoria de una nueva cruzada. Cruzada integrada por los jefes de Estado de los ejércitos más poderosos de la cristiandad, en tanto que caballeros del Toisón que, y este es el verdadero propósito oculto de la orden, abriera de nuevo las rutas comerciales con oriente, a través de las cuales la economía del ducado de Borgoña resultaría manifiestamente mejorada.
Nada más por hoy, improbable lector, que ya le he aburrido bastante.